Boletín del Museo Nacional de Historia Natural, Chile 26: 73-158 (1952-1956). Número 5.
Dillman S. Bullock
Durarte mucho tiempo los que trabajan en los campos en la región de Angol, han hallado de vez en cuando cantaros grandes en sus caminos. Estos cantaros se han encontrado por simple casualidad, generalmente arando. Salvo raras ocasiones, se han Quebrado por el arado, por ]a pisada de los bueyes o al tratar de sacarlos. Ocasionalmente tenían algún cantarito u otro objeto que fue guardado como curiosidad. Los campesinos en general tienen muy poca cultura, nada o casi nada saben de la arqueología y de la historia de la región donde viven. Aun aquellas personas con algo de educación v cultura, saben muy poco de la prehistoria de Chile. Los hallazgos de cantaros o urnas tienen muy poco interés para la mayor parte de la frente y no representa ninguna importancia para ellas. Al conversar con personas que actualmente han sacado urnas, la única reacción que la mayor parte manifiesta es que "no tenía nada de plata y estaba quebrada". Al preguntar dónde esta el cántaro, contestan, "quedo allí, ¿para qué guardar un cántaro viejo y quebrado que no tienen ningún uso?". Desde el punto de vista de ellos, tienen toda la razón. Solamente cuando hay algún motivo especial como obtener alguna ganancia de su hallazgo, pueden guardarlos. Si tuvieran suficiente instrucción para apreciar el valor de estas cosas, entonces cambiaria toda su actitud hacia estos hallazgos. Durante los últimos cincuenta años, creo que se han encontrado varias docenas de urnas, pero nadie las ha aprovechado, debido principalmente a la ignorancia de los que las han encontrado: ignorancia, principalmente del valor científico de estas reliquias prehistóricas.